Escena 2

 

La escena tiene lugar en el estudio/sala de estar de Joan y Mónica. Se ilumina la escena y, Mónica, sentada en el sofá, está hablando por teléfono con una amiga. Tiene un aspecto desmejorado y se cubre la cabeza con un pequeño turbante porque le ha caído el cabello a consecuencia de la quimioterapia.

M  (Con cierta vehemencia) ¡No pienses más en eso, Judith! Sé perfectamente que si no has venido antes es porque no has podido… Ya me dirás: viviendo en Melbourne, trabajando, y con gemelos de menos de dos años, ¿cómo ibas a dejarlo todo para venir a Barcelona a verme?

-----------------------

M  Sí, claro que me hubiera hecho ilusión que vinieras, pero también me habría parecido una barbaridad y me habría dolido que hicieras ese esfuerzo, de verdad… ¡Estoy muy contenta de que vengáis a pasar unos días en Barcelona y que podamos vernos…! Ya debes tener ganas de ver a tus padres, a tus hermanos…

-------------------------

M  (En un tono más bajo) Yo, ir tirando… Pronto hará un año del diagnóstico y, la verdad, me parece que estoy en el momento más bajo… Al principio, probaron con tratamiento nuevo, pero me afectó al páncreas y acabé ingresada en el hospital dos semanas…

------------------------

M  Sí, fue un buen susto… Y la decepción de saber que no podría evitar la quimio: llevo ya seis meses con el tratamiento…

-----------------------

M  Pues seguro que podría ser peor, pero… ¡No te asustes cuando me veas! ¡Estoy hecha un cromo, de verdad!

----------------------

M  (Con énfasis) ¡Sí, claro, se me ha caído el cabello…! ¡Y tengo unas ojeras como si hubiera estado de farra toda la noche! Y me canso mucho, sobre todo los días de después de la quimio… No quiero ni mirarme al espejo… Parece que me hayan echado diez años encima…

---------------------

M  ¿Joan…? Es un sol… (Se ríe) No hace más que decirme que estoy guapísima… No me lo creo, pero me gusta que me lo diga… Si no fuera por él, todo esto sería mucho peor… Viaja mucho, pero siempre se organiza para pasar el máximo de tiempo conmigo. Ahora debe de estar a punto de llegar de Praga: al acabar la reunión me ha enviado un mensaje diciendo que tomaba un vuelo a media tarde y que estaría en casa a la hora de cenar…

---------------------

M  Sí, mi hermana me acompaña a las pruebas que me tienen que hacer cada tanto, pero él viene conmigo cuando he de ir a tratamiento o a una visita con la oncóloga, y yo se lo agradezco, la verdad; son momentos en los que me siento muy vulnerable… Y eso que a menudo me encuentro con compañeros de la carrera y todo el mundo me trata muy bien, pero… es muy duro… Estás allí y, en definitiva, lo que está en juego es tu vida, tu cuerpo… (Con énfasis) ¡Esto es la primera vez que lo cuento, eh! Y te lo cuento porque tú y yo nunca hemos tenido secretos…

Se abre una puerta, a la derecha del escenario, y entra Joan, que viene de la calle, arrastrando una maleta con ruedas y cargando un portafolios que deja sobre una mesa. Ve que Mónica está hablando por teléfono y, sin decir nada, hace el gesto de enviarle un beso con la mano.

M  ¡Mira, ahora llega Joan!

-----------------------

M  (Dirigiéndose a él) Hablo con Judith, que te manda un abrazo…

J  ¡Igualmente! Y recuerdos a Jofre…

---------------------

M  (Dirigiéndose de nuevo a él) Dice Judith que ya te ha oído, y que nos veremos pronto…

---------------------

M  De acuerdo, hablamos en otro momento. Besos para todos: para ti, para Jofre, para los niños… ¡Tengo muchas ganas de verlos!

--------------------

M  ¡Adiós, hablamos pronto…!

Cuelga, deja el móvil y se levanta para ir a abrazar a Joan, que también avanza hacia ella, extendiendo los brazos. Se abrazan con suavidad y ternura. En el momento de encontrarse, ella apoya la cabeza en el pecho de Joan y la inclina, como buscando refugio en su cuerpo.

M  (En voz baja) Hola, mi amor…

J  (También en voz baja, pero animoso) ¡Hola, guapísima…! ¿Cómo estás?

M  (Manteniendo el abrazo y aferrándose todavía más a él, contesta en un tono de voz tierno) Ahora mismo, muy bien… ¿Podemos quedarnos así un rato…?

Se ríen los dos, deshacen el abrazo poco a poco y se miran.

M  (Sonriente, pero fingiendo que se pone seria) ¡Venga, ya está bien de hacer teatro…!

J  (Él, también sonriente) Me gustas cuando haces teatro… (Fingiendo que reflexiona) De hecho, me gustas siempre, ¡pero cuando haces teatro, eres irresistible!

Se ríen los dos, vuelven a abrazarse y se besan, prologando el abrazo. Después, se miran, vuelven a deshacer el abrazo, caminan hasta el sofá y se sientan.

M  Judith llega el miércoles, con Jofre y los niños. Estarán aquí quince días y decía de vernos este fin de semana.

J  De acuerdo; por mí, perfecto. También tengo ganas de verlos.

M  Lo malo es que el jueves tengo quimio y el fin de semana estaré planchada… Pero son los días que a ellos les iban bien…

J  Caramba, es verdad, podemos decirles que vengan a comer el sábado o el domingo, y quizá sin los niños, no vaya a ser que te agobien mucho…

M  ¡No, de ninguna manera! ¡Que vengan con los niños…! Tengo muchas ganas de verlos: Judith me ha ido enviando fotos y algún vídeo, y están guapísimos… No te preocupes, no me agobiarán…

J  De acuerdo, como tú quieras… (Hace una pausa y la mira, pensativo) ¿Echas en falta a los niños? ¿A tus pacientes?

M  No, no es eso… (También pensativa) No lo había pensado, pero… Fue todo tan inesperado… Pasar de trabajar ocho horas al día –niños, padres, visitas mañana y tarde– a, de un día para otro, dejarlo todo, estar de baja… Es un corte tan brusco…

J  (Serio, un poco ausente) Sí, de un día para otro…

M  Y, de golpe, cambiar de vida: ahora todo es este trasiego de pruebas, tratamientos… (Cambiando de tono, más animosa) Bueno, quiero decir que no añoro a mis pacientes –o quizá sí…–, ¡pero que quiero ver a los hijos de Judith, te lo juro!

J  (Riéndose) ¡No hace falta que lo jures! Ya sé cómo los quieres…

M  (Más seria y cercana) ¿Cómo ha ido en Praga, Joan? Cuando hablamos ayer por la noche era tarde, estábamos cansados y no te pregunté nada…

J  (Resoplando) Bufff… ¿Quieres la versión oficial o la verdad?

M  La versión oficial ya la he leído esta mañana en el periódico: los trabajos previos a la Cumbre de Brighton avanzan según lo previsto…

J  Exacto: todo lo contario de lo que realmente pasó. El grupo de expertos está más cohesionado, y casi la mitad me escuchan ahora mucho más que hace unos meses, pero los gobiernos no se mueven. De hecho, Estados Unidos y Rusia dan pasos atrás; y la Unión Europea… La mitad de los países miembros incumplen las resoluciones sobre cambio climático: ¡las del Parlamento Europeo!

M  ¡Que barbaridad…! ¿Y qué pasará en Brighton?

J  ¡No lo sé! (Cambiando de tono: un poco ausente) De hecho, no sé si lo veré…

M  (Enérgica) ¿Qué quieres decir? ¡No estarás pensando en dejarlo?

J  (Sorprendido por el tono de ella) No exactamente, pero… Es una lucha contra unas inercias brutales… A veces tengo la impresión de que somos hormigas intentando mover una montaña. (Hace una pausa) Y, además, en nuestra situación, con los meses de tratamiento que tenemos por delante…

M  (Muy enérgica) ¡Eso no, Joan!

J  (Más sorprendido) Pero, Mònica…

M  (Interrumpiéndole) ¡No, Joan, no quiero ni oírtelo decir! ¡Me duele mucho que pienses eso! ¡Me duele mucho que lo digas!

J  (Intentando calmarla) Pero, Mónica, tenemos que ser realistas…

M  (Interrumpiéndole de nuevo) ¡Precisamente! ¡Ser realistas quiere decir no engañarnos…!

J  (Molesto) ¿Me estás diciendo que me engaño? ¿Qué hago una excusa de tu enfermedad…?

M  (Hace una pausa, respira y retoma en un tono más sereno y que quiere ser afectuoso) Joan, amor mío… No solo eres el hombre al que quiero: eres un hombre al que admiro como a pocos, quizás como a nadie… Sé que llevas un peso muy grande sobre tu espalda y que tienes derecho a dudar, a cansarte, a tener ganas de huir…

J  (Serio) Crees que quiero huir, ¿verdad?

M  Creo que eres un ser humano, y que podrías ser tan frágil como cualquiera, pero que no te lo puedes permitir, y tú lo sabes… Tienes un camino, Joan, y lo debes seguir…

J  (Triste) Un camino… Parece que hables de un destino, de haber venido a este mundo con una misión… Y en la vida todo es más azaroso, Mónica, todo es contingente, cambiante, y sin mucho sentido…

M  (Cortándolo de nuevo) Ya sé que no está escrito en ninguna parte, pero es tu camino porque tú lo has escogido… ¡Tu lugar está allí, Joan! ¡Me pase lo que me pase a mí…!

J  (Inclinando la cabeza) No digas eso, Mónica…

M  (De nuevo, enérgica) ¡Claro que lo digo! (Pausa) Nada me gusta más que estar contigo, pero…, esté yo como esté, tienes que seguir, tienes que luchar, Joan…

J  (Ausente) Sí…, luchar no es fácil… Y la tentación de dejarlo siempre está ahí, tienes razón… Si pudiese olvidarlo todo, marcharme sin dar ninguna explicación… (La mira y esboza una sonrisa triste) Pero, es verdad, tengo que estar ahí… (Ella se acerca más y le acaricia la cara) Luchar… Siempre rehuí las peleas, y desde muy joven pensaba que era más bien cobarde, ¿sabes? Cualquier clase de violencia me producía una inquietud muy grande, un miedo intenso y paralizador… Pero he descubierto que no era por miedo al otro, al daño que pudiesen hacerme… Era miedo a mi propia violencia, a la rabia que se apoderaba de mí en aquellos momentos… Miedo de lo que sería capaz de hacer…

M  Pero, Joan, tú no eres un hombre violento…

J  No, no lo soy… No he hecho daño a nadie, no he matado a nadie, con estas manos, al menos…

M  Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con las luchas en la comisión? ¿Con tus luchas diarias?

J  No lo sé, Mónica, no estoy seguro… Pero a veces siento que callo en un momento decisivo, o que no soy lo bastante convincente cuando más tendría que serlo, o que me doy por vencido justo antes de dar un paso que, quizás, forzaría una decisión importante… Me pongo palos en las ruedas y, por más que sepa que algo en mí me empuja a hacerlo, no puedo evitarlo…

M  Pues no es la imagen que das, ni lo que dicen de ti otros miembros de la comisión: creo que más bien tienes fama de ser duro y muy beligerante…

J  Sí, no lo dudo… Supongo que hay que estar dentro de mi cabeza para percibirlo: puedo ser duro, beligerante…, hasta que me detengo, hasta que llego a un punto que me hace retroceder…

M  (Con énfasis) ¡Joan, me estás hablando de reuniones al más alto nivel, en las que están en juego cuestiones de una gravedad y una trascendencia extremas…! ¿Cómo no iban a producirse tensiones? ¡Es imposible que no lo vivas con sufrimiento, con vacilaciones, con momentos de desfallecer…!

J la mira en silencio.

M  (Inclinando la cabeza) Sí, ya sé que me hablas de otra cosa, de una vivencia personal que solo tú puedes percibir… Y que mis ejercicios de sentido común no te ayudan mucho…

J  (Muy cercano y afectuoso) Tú siempre me ayudas…

Se miran un instante con complicidad y se dan un beso.

M  (Después de un momento de silencio, mirándose) Es tarde, y debes estar cansado… ¿Has cenado?

J  Sí, he comido algo en el avión. ¿Y tú?

M  Te esperaba para cenar, pero la verdad es que estoy muy cansada… ¿Te importa si me voy a dormir? Mañana a las nueve tengo que estar en el hospital…

J  Es verdad: toca hacer un TAC… ¿Te acompañará tu hermana?

M  Sí, pasará a buscarme a las ocho y media.

J  De acuerdo, yo me quedaré un rato contestando unos correos y en media hora me voy a dormir.

M  Buenas noches, mi amor…, hasta mañana.

J  Buenas noches, (Con intensidad y sonriendo) ¡guapísima…!

Mónica le responde con una sonrisa y se va. Joan se sienta en la mesa de trabajo, abre el correo y empieza a escribir, mientras la luz de la sala va bajando de intensidad hasta quedar a oscuras, excepto la mesa de trabajo, que sigue iluminada.

 
 

Al cabo de unos instantes, en los que se oye el sonido del teclado del ordenador, un foco de luz hace aparecer una imagen holográfica. Es Mónica, que mira a Joan, con una actitud seria pero muy natural, sin ninguna afectación. Joan deja de escribir y se queda un instante en suspenso, como percibiendo su presencia. Se gira lentamente y se detiene al verla, entre alegre y sorprendido.

J  ¡Mónica…! (Ella le mira, pero no responde. Él se incorpora e inicia el gesto de acercarse, pero ella lo detiene con gesto de la mano y hablándole).

M  No, Joan, no vengas… No soy Mónica: soy un sueño, un ser de palabras, una imagen fugaz…

J  (Sorprendido) Pero, Mónica… ¡Eres tú! Te veo, te oigo… ¿Qué quieres decir?

M  Quiero decir que ahora somos y no somos tú y yo… Somos los que sabemos lo que hace un momento ignorábamos… O fingíamos ignorarlo…

J  (Tenso, confundido) ¿Qué sabemos? ¿Qué fingíamos? No te entiendo…

M  (Tierna, conmovida) Pobre Joan, amor mío… Tanto esconder la verdad, tanto contar medias mentiras, que ya no sabes qué es qué…

J  (Inclinando la cabeza) Todo lo hago por ti, Mónica… Porque entiendo que no quieras saberlo todo… Y lo respeto…

M  (Como ausente) Sí, lo he dicho tantas veces… No quiero que me engañen, pero no quiero que me torturen con la verdad…

J  (Mirándola ahora intensamente) ¡Y siempre lo tengo presente, porque tienes derecho a decidirlo!

M  Y tú sabes cómo te lo agradezco, Joan… Me gustaría tener otra vida para demostrártelo… (Emocionándose) O, al menos, un poco más de tiempo en ésta…

J  (Suplicando) Pero, Mónica, ¿qué dices? Tienes tiempo, mucho tiempo…

M  (Cortándolo) ¡No, Joan! ¡Digámonos la verdad: la que tú me escondes, la que me escondo a mí misma…

J  (Llorando) ¡No digas eso, Mónica!

M  (Muy seria) No viviré mucho más, Joan… (Se frota el dorso de los brazos con las palmas de las manos, como si tuviera un escalofrío) Ya debe quedar bien poco… Pero tú harás como que no lo sabes…, y yo seguiré como hasta ahora…

J  (Llorando, con desesperación) ¿Qué será de mí sin ti, Mónica…? (Sollozando) ¿Qué será de los hijos que no tendremos…? ¿Qué será del mundo, con este dolor tan grande…?

M  (Inclinando la cabeza, entristecida) El mundo… Decías que este mundo también se acaba, que quizás no viviremos mucho, nosotros o los que vendrán después de nosotros… ¿Qué importancia tiene que yo me marche ahora…?

J (Ahogado en llanto) ¡Me da igual que se acabe el mundo! ¡Quiero que vivas, quiero estar contigo…! (Vencido) ¡Quiero parar el tiempo, el maldito tiempo…!

M  (Ella también llora, más serena y más contenida) No llores, Joan, amor mío… (Hace una pausa) O, quizás sí: lloremos ahora que nadie nos ve…, ahora que no nos vemos, que no somos nosotros…

J  (Va deteniendo el llanto y, todavía conmovido, la mira) Perdóname…

M  ¿Por qué? ¿Qué quieres decir?

J  (Más sereno) Perdóname por sufrir tanto por mí… Por sufrir tanto por perderte… Con tanto mantener esta ficción, con tanto fingir que no pasaría lo que ha de pasar, he vivido de espaldas a…

M  (Con la mirada perdida) …a que yo lo perderé todo… Sí… Te perderé a ti y perderé el amor que me das… Perderé este cuerpo y la vida que aún late en él… Y los años que me esperaban… Tanto de tantas cosas…

J inclina la cabeza y la mueva lentamente, de un lado a otro, en un gesto de impotencia.

M  (Melancólica) Tantas cosas pequeñas, también, pero que me hacen sonreír o que me conmueven… Los llantos y las risas de los niños en la consulta, las charlas con mi hermana, nuestros paseos frente al mar, en Formentera…

J  (Entero, pero atravesado por el dolor, habla lentamente) Yo, mientras viva, pensaré en ti, Mónica… Cuando, por la mañana, entre el sol en nuestra habitación… Cuando llueva como aquella tarde en la Toscana… Cuando florezcan los naranjos en aquel parque, cerca de casa…

M  (Conmovida) ¿Lo harás, Joan? ¿Pensarás en mí…?

J  (Otra vez con lágrimas en los ojos, pero contenido y sereno) Cada día del mundo… mientras viva. Pensaré en ti…

M  Adiós, Joan… ¡Despidámonos ahora! Mañana de todo esto no sabremos nada y… ¿quién sabe si podremos decirnos adiós…? Pasarán los días hasta que, quizá de golpe… (Levanta un brazo y alarga la mano hacia él) Adiós, Joan… amor mío…

J  (Erguido y mirándola, hace el mismo gesto tendiendo la mano hacia ella, y llega a decir, en voz muy baja) Adiós, Mónica, adiós…

El foco que la iluminaba a ella se va apagando hasta que su imagen desaparece. Joan baja lentamente el brazo y permanece de pie, inmóvil, mientras la escena va quedando totalmente a oscuras.

Anterior
Anterior

Escena 1

Siguiente
Siguiente

Escena 3